domingo, 23 de septiembre de 2007

Los Hombres en mi Vida

Los hombres en mi vida.

O te sigo Amando.

No tengo recuerdo del primer hombre en mi vida. Tal vez fue aquel que me violo cuando era un muchacho allá en los territorios de lucumas y paltos en el Quillota despreciable donde la tarde es muerta y la gente corre levemente las cortinas para ver que pasa por los alrededores.

Se llamaba (o llama) Nano y lo único que quedó de él en mi vida fue su perfume. Un olor salvaje, transpirado, mezcla sudor, barba a medio nacer, trasnochada. Quedó la ambientación de aquella tarde que se descubrió la violación y la parafernalia de gritos, ahogos, histeria, preguntas y mi cara de niño al que interrumpieron cuando los besos se arrimaban a mi cuello con el vaho caliente de su aliento.

Fue mi primer hombre. Luego vinieron los que conocí por medio del cigarro que enganche en la calle, bajo la excusa del “ tienes fuego”

O la pregunta del “ Dime la hora” cuando no hay hora. La calle transitada mil veces. En ella entable palabras con el desconocido que me llevo a terreno baldío.

Y fui suyo. O no fui de nadie más que mío. Guarde su sexo en mi recuerdo. Y alguna palabra.

Me erótizo Hernán Vildosola cuando en las tardes poblacionales metía mi mano tras el mesón de su negocio para acariciar sus presas delanteras y traseras. Sus manos masturbadoras vendían pan y acariciaban mi sexo con el frenesí de un poseído en la vecindad kioskera.

Tuve sexo con su hermano en el pasto reseco de un terreno solitario y nadie supo que allí con el hospital como postal perdía el aliento y hasta breves quejidos escaparon de mí

Patricio Mobarec, el pendejo de los ojos dormidos, ahora cuando la vida nos ha pasado los años me dice que me amo. Que fueron hermosos nuestros encuentros de manos unidas y celos desatados

Y di la vida por Patricio Arturo. Mi naranja, bicicleta, el poco dinerillo que tenia, las bebidas que robaba en la botillería de mi tío, todo por él y su mano entrelazada en la mía. En las noches escuchaba como himno jaculatorio el tema “ Patrick Amor mío”

Sin decir adiós a nadie, ni a la calle que me había tenido entre sus adictos paseadores en la noche me vine a Santiago.

Como si hubiese cortado mis trenzas, cayeron mis lagrimas. No iba conmigo ni una sola carta de amor. Ni beso de despedida. Ni la suplica del no me olvides.

En el bus musite viejas canciones de amor que nadie canto para mí. Me dormí y aterricé en Santiago mas específicamente Maipú.

Fui a trabajar en la viña del señor, como ayudante del cura. Hombre bueno que todo comprendía, amaba al mundo, daba la vida si fuera necesario por su prójimo siempre que este no fuera homosexual.

En esa capilla hablábamos de Dios y su amor. Mientras en la reunión de la noche complotábamos en contra de la dictadura de Pinochet. En ese escenario me enamore. Sus ojos claros, sentí su piel blanca cerca de mí, delgado, alto. hermoso.

Y estrene mis argucias para conquistarlo. Me entregue (no en cuerpo) pero fui su hombre disponible para que sintiera mi amor y hacerlo feliz en todo lo que su deseo pidiera.

Durante dos años supe de billares, y juegos electrónicos. No guarde una sola moneda para mí, su bolsillo pedía lo que yo tenia. Lo fui a buscar al colegio y apreté mi estomago cuando la muchacha del curso le besa y no pude hacer nada.

Jamas dije que lo amaba. Tomaba sus manos en una caricia tierna que hablaba por mis palabras.

Un día sus padres descubrieron una carta mía donde suplicaba me recordara los días que estaría ausente de la ciudad de la batalla. Esas líneas desencadenaron la tragedia y la separación de Patricio Juvenal Ramírez.

Llore mucho, sufrí, renegué.............la historia de los adioses no había dicho su punto final.

Luego vino Hugo Salazar en los campos de Temuco. Me amo y una noche cuando el silencio es intenso y la oscuridad total y en la lejanía hasta los Tue - Tue callaron dijo – Que no se da cuenta don Carlos que yo lo amo, Usted es el primer amor en mi vida-

Se quebró el silencio con el ahogo en mi carganta, por fin alguien me amaba y susurraba en mi oído.

No duro mucho. El pueblo comento, dicen que dijeron, alguien vio, yo supe........y él fue castigado. No podía salir solo a la calle, vigilaban.

Para sentirlo cerca postule clases en el colegio donde estudiaba, así estuvimos juntos hasta que el amor no murió pero se cambio de casa, para él y para mí.

Luego vino Felix de la Fuente que me grito mientras llovía” No me arrepiento de haber amado a un hombre, me arrepiento de haberte amado a ti” Con él compartí la cama, vida, sueños, locuras...y la infidelidad de él, cuando un perfume barato peluqueril femenino se lo llevo.

Con dolor dije adiós.

De regreso en Santiago conocí a quien me ama y amó hace 6 años. Nada más. No tiene nombre. Solo el secreto de estar juntos en los momentos que la vida nos dado.

Aun estando con él - complejidades del amor- conocí en una noche de Chat a Ivan Miño y la locura desatada se fue por sueños y proyectos y nos embarcamos en la ruta de vivir sin miedos mostrando que éramos pareja.

Fui libre y feliz.

Conocí a un hombre que no pregunto nada y entrego todo. No necesite su sexo para ser pleno. Las travesuras, su sonrisa, la genialidad de su escritura llenaban los recovecos vacíos de mi vida.

Supe del orgullo de mirara aun hombre y querer decir “ Es mi hombre” “ Mi compañero” “ Mi Amigo”.

Pero la hora del adiós nos cubrió con su sombra, y el se fue. Bajé hasta él limite de hombre que llora, suplica, pide perdón.

Para él es otra la hora. Para mí el ansia de volver a tenerlo frente a mí sonriendo, cantando o contándome la historia de Chavela Vargas.

Los hombres en mi vida no son pocos. Los hombres de mi vida son dos uno que hoy y mañana no tiene nombre e Ivan Miño a quien sigo amando.

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