domingo, 23 de septiembre de 2007

En las noches de Santiago pienso en mis amigos.....

En las noches de Santiago pienso en mis amigos. En aquellos que el tiempo, los años les quito el glamour y la sonrisa de postal en las noches de plaza pueblerina.

Pienso en el Carlín que no caminaba sino danzaba, alto, rubio, bello, lampiño totalmente, - incluido rostro- por obra y gracia de la depilación llorosa que en compañía de boleros y amigas colas cesantes eternas, buenas para la cerveza y “el aquí se nos va la vida po niña” hablaban la tarde y parte de la noche hasta que el culo pica.

El Carlín, hijo de trabajador de un Serví centro, que miraba horrorizado el paso danzastico de su hijo, con bolso grande – a modo de cartera- en el hombro.

La mariposa peluquera, de las bohemias calles cercanas a la estación, fue suspiro de borracho y campesino que soñó amar una belleza.

Fue también aguanta combos, de algún gigantón que la hizo sentirse fémina, y le arrebato dinero y se fue por bares para dormir en los brazos de la mujer, que no distinguió el perfume coliflor y de sexo que impregno las ropas del macho violento, por el cual Carlin lloro y perdono.

Nunca supe apellido. Pero huelo su perfume y su mirada me busca desde cualquier rincón cuando regreso a las calles en penumbras de Quillota, allí esta en un bar de mala muerte. Dejando que la habladuría entre en los pasillos y aleje a las colas jóvenes o llamadas gay, olvidando que aquella que ruinosamente camina abrió la puerta para que otras transitáramos.

Fue reina de cuanto poderoso, se bajo de auto y quiso sacarse el antifaz para decir ¡Quiero amarte en silencio! Aunque al otro día en el murmullo de la plaza todas sabíamos quien era el macho movilizado que se llevo al Carlin.

Pienso en la Lomiton loca presurosa- que nunca llego a ninguna parte, pero atropellaba las palabras, y al fin no decía nada.

La Lomiton llegaba vestida de fiesta a la Plaza de Temuco y entre la vegetación escondía el paquete – la carne entre sus piernas- y se iba por las calles de la fiesta y tomatera gay.

No puedo olvidar a la Cucusa - jamás nadie explicó él porque de su nombre- Pero ella era el fantasma delicado que jamás alza la voz.

Que sonríe y acepta que nació geisha y como tal actúa.

Ella da clases a su hermana de como tratar a los hombres. No se puede, no se debe entregar todo en el primer momento. El misterio – decía- encanta y encadena a los hombres.

Nadie me ha dicho si vive o murió el Alfredo Meiggs, pero la cucusa no se iría sin soplar en mi oído alguna brizna de cálida palabra como ella supo hacerlo en cada hombre que llevo a los baños, como si este fuera el lugar para la mentira de amor y guarda un poco de semen para la posteridad.

Un trofeo en la caliente noche de bar.

Quien si murió fue la reina de la tanguearía. En mis noches pobres miraba desde detrás de los vidrios alabando la destreza y soltura de la Camelia – El Choche Estay- bailando y seduciendo a cuanto hombre cruzara su camino.

La vi arriba de una mesa bailar Zorba el griego, mientras el coro de locas y hombres aplaudía y cantaba. Noches frenéticas, de pura y viva locura poética.

La camelia era fea, tosca, agresiva....pero encantadora. Era la dueña de fundo que de jeans bajaba de su auto dejando una estela de palabras en la boca de los que pasaban por el lugar.

Murió, no supe cuando ni donde; tengo claro que tiene que haber hecho fiesta hasta en su lecho de muerte.

Entre los muchos personajes que formaron esta pantalla que hoy los recuerda con sus colores, gritos, conchazos y bailes sin duda hay una que destaca; El Paraguas.

Este personaje salía solo en las noches. Pocas veces se vio en las calles un día de sol.

Flaco, extremadamente delgado, casi un esqueleto. Caminaba en la punta de los pies. Cuando yo lo conocí ya tenia unos 60 años, pero representaba muchos años menos.

Feo, cadavérico, pobre. Él trabajaba haciendo y vendiendo dulces que su hermana solterona en el día – mientras él dormía- salía a vender. Se cuenta que muchas veces a los muchachos que lo acompañaban a la casa para ejercitar el sexo, les cancelo los servicio con pasteles de la mejor factura y sabor.

El paraguas usaba peluca – era totalmente calvo- recorría una y otra vez la plaza buscando a quien le diera la cuota de la noche en sexo y aventura, perseguía a los hombres. Nada la detenía, caminaba cuadras tras cuadra siguiendo el gesto o la mirada que creí invitaba a terminar la noche con recuerdo para el dormir con la tarea terminada.

Muchas veces – se comentaba como anécdota en el pueblo- el peluquín del paraguas amanecía muy bien peinada en la cabeza de Arturo Prat, en el monumento que existe en homenaje al héroe de Iquique en la Plaza de Quillota.

Otras veces pasaban corriendo le daban un manotón y se llevaba él cubre calvicie que tanto cuidaba el anciano y bien caminado paraguas.

Son hechos de otra época. Actores que recibiendo una y mil agresiones desde su marginalidad abrieron las puertas para hoy regios machos colibrí pontifiquen en la moda de ser gay

Estos personajes – y otros- no eludieron el escupitajo, la bofetada fue pan de cada día, la burla y la detención arbitraria entro para siempre en la rutina de su currículum

Hoy hay otras puertas abiertas.....muchos ya no saben que es seguir a un hombre por las plazas y las calles oscuras. No conocen el embrujo de la cerveza con llanto y bolero; es más fácil el chatt donde se busca y se ofrece, se miente, engaña. y la soledad es la masturbación frente al cam.

Otros tiempos donde hasta los hombres reconocían que para ser maricon, había que ser bien hombre.

Para el Fatty, Carlín, La Cucusa, La Douglas, El Maricon del 40, La Goyo Mauri, La Camelia, El Juan del Perno y tantos otros estas líneas marcadas a fuego por la hermandad de la noche y la aventura

Es decir la locura y alguna vez un poco de amor macho para el coliza.Los amigos que perdí

No hay comentarios: