martes, 1 de enero de 2008

Casa de Neruda en Temuco será Demolida para Construir Ferretería.

VIVIENDA DE CALLEA LAUTARO PRONTA A SER DEMOLIDA
Neruda en el olvido


“Pueblo mío, verdad que en primavera suena mi nombre en tus oídos y tu me reconoces como si fuera un río que pasa por tu puerta?, Neruda.


Corría el año 1906 y la ciudad de Temuco ya presentaba las características de una ciudad emergente, con una población conformada mayoritariamente por colonos y comunidades indígenas que habitaban en las cercanías de la ciudad. Ese mismo año llega un pequeño de nombre Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, acompañado de su padre José del Carmen Reyes Morales, de profesión obrero ferroviario.

El pequeño al cual hacemos reseña, con el pasar de los años, cambió de nombre y pasó a llamarse nada menos que Pablo Neruda. Dicha transición la experimentó en una humilde morada ubicada en calle Lautaro 1436, a pasos de la Estación de Ferrocarriles, cercanía muy útil para el padre, dada su ocupación. En dicho inmueble el poeta realizó sus primeros escritos que finalmente lo llevaron a transformarse en uno de los poetas más reconocidos a escala mundial.

Dadas las características de este insigne vecino de la Araucanía, no es difícil suponerse que la casa donde él comenzó a tirar sus primeras líneas, se haya transformado -con el pasar de los años- en un museo, un centro cultural o simplemente lo hayan conservado tal como era originalmente, pero esto último queda sólo en eso, imaginación, puesto que dicho inmueble presenta una verdadera decadencia.

PEQUEÑA DAMA

Al llegar a Lautaro 1436, lo primero que se observa, son dos placas de madera, la primera señala, “Puerta de Neruda, homenaje de Temuco, tu pueblo y un torrente de amigos que crece en número y valía, al conocer tu poesía”; la segunda señala, “Pueblo mío, verdad que en primavera suena mi nombre en tus oídos y tu me reconoces como si fuera un río que pasa por tu puerta?, Neruda.

Luego de tocar la puerta, también de madera, nadie responde, por lo que una “casera” que vende ajos a unos pasos del lugar nos señala que debemos coger una piedra y golpear la puerta con más fuerza, para que logren escucharnos desde el interior, lo que obedecemos al instante. Después del segundo intento, la puerta es abierta por una pequeña dama de nombre Jessica, que a partir de ese momento, nos servirá de guía en este paseo por la historia y poesía.

Ya en el largo pasillo nos adelanta que el lugar da lástima por lo descuidado, asunto que queda en evidencia desde el primer momento. Nada se puede rescatar, todo esta deteriorado o a punto de caer por el paso de los años. Durante el paseo, Jessica confiesa que vive en el lugar desde hace tres años junto a un tío que arrienda la vivienda y que originalmente el lugar contaba con un gran patio, “tenía plantas, árboles frutales, pero luego que llegaron los otros dueños, el lugar lo llenaron de herramientas, como se puede apreciar”, comenta la joven, quien no se separa de su pequeño hijo.

SENTIMIENTOS ENCINTRADOS

Jessica añade que lo único que queda de la casa original, son algunas murallas y el cañón de su cocina a leña que aun está operativa, cañón que difiere de los actuales por sus delicados detalles y diseño. “A la entrada hay una gran pieza desocupada, que actualmente la utilizamos para tender ropa, pero hasta hace un tiempo era una carnicería”, comenta la actual moradora.

Mientras caminamos por un largo pasillo con algunos desniveles, Jessica reconoce tener sentimientos encontrados, “Al vivir en la casa, que en su época fue habitada por Pablo Neruda es bonito, pero a la vez me da tristeza, ya que los chilenos no son capaces de cuidad sus raíces culturales, si esto estuviera en otro país, sería valorado. Si yo fuera la propietaria y si tuviera los recursos, remodelaría pero tratando que el lugar sea la imagen fiel de la original, señalando al mundo que acá vivió Neruda y que quede como un lindo y respetado recuerdo”, termina señalando Jessica, mientras nos deja en la histórica puerta de su casa y nos da las instrucciones para llegar donde los actuales propietarios del inmueble.

A pocos metros de la vivienda de Neruda, se encuentra la Ferretería Lautaro, que es de propiedad de los dueños de la vivienda antes visitada. En el lugar nos recibe Rodrigo Lira, yerno de los propietarios. Señala que el proyecto, de esta fecha a dos años más, es demoler y que lo único que se mantendría intacto, sería la fachada.

AMPLIAR FERRETERIA

En el interior no queda nada de la época, señala Rodrigo, añadiendo, “cuando se compró esta propiedad, ya el interior estaba deteriorado y ya no quedaba nada de la construcción original, salvo una que otra muralla, las que lamentablemente están podridas. En el lugar no se han hecho reparaciones, ya que el inmueble se arrienda a una familia y nadie se preocupa de hacer las reparaciones necesarias”, señala Lira, quien agrega que en una ocasión se ofreció arreglar el histórico lugar, pero como él mismo señala, “nadie pescó”.
“Lo que se pretende finalmente es demoler y conservar el portal de entrada, agregándole un monolito recordatorio a Neruda, más toda la señalética que indique lo que representa el lugar”, dice Lira, añadiendo que el proyecto final tiene como propósito ampliar la ferretería de la familia.


Texto: Guido Rebolledo C.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, Carlos, eres unas de las pocas personas que fue capaz de golpear la puerta de neruda y la puerta de du propietario actual.
me interesaria saber si tienes mas informacion de esa visita.