viernes, 5 de octubre de 2007

Poeta Invitado a mi Blog Iñaki Echarte Vidarte - Poeta Español Seleccionado para ser Publicado en Antología Gay

ENCONTRÁNDOTE

Cuando te miro, no te veo.
Cuando te miro, veo a James Dean.
Cuando me miras, me miras [sin más].
Cuando me miras, me siento Sal Mineo.
En mi corazón.

En mi corazón anida una absurda esperanza.
Construida con el idilio, siempre perfecto, de mis progenitores,
con las historias siempre perfectas, escritas, filmadas, transformadas,
con la intoxicada y estúpida idea [mía] del amor perfecto.

Tus dedos han subido por mi espalda.
Tus palabras han escalado hasta mis oídos,
han penetrado a través de mi organismo
y mis deseos, mis esperanzas las han transformado,
te han transformado,
en un dios de celuloide.

Tus labios forman palabras que no escucho,
palabras que transformo en lo que quiero oír
[en lo que ya oí en falsas bocas].
Tus gestos son retazos que encadeno
con aquello que jamas harás,
con aquello que siempre soñé
[con lo falso escribo mi propio guión].

Hoy eres James Dean
en la pantalla de mis ojos
Mañana serás Warren Beaty,
o quizás Montgomery Clift.

Hoy eres tan maravilloso que mi felicidad
se alimenta de tu reflejo en un cosmopolitan.
Mañana puedes ser tan decepcionante
[una historia sin happy end]
que mi desdicha
puede ahogarse en el reflejo de tu reflejo de otro cosmopolitan.
[hasta que sea interminable].


REENCONTRÁNDOTE

Siempre que vuelvo estás aquí.
Sé que no me esperas,
que te encuentro porque este es tu lugar,
porque aquí esta tu vida.
Pero siempre me emociona ver tu rostro,
oír tus palabras,
llenar mi boca con tu nombre
y descubrir que aún sin saber
lo que sientes,
conociendo
lo que has sentido
me recuerdas y aprecias mi compañía.
Ahora te admiro.
Y creo que continúo queriéndote.
Pero me conformo con esas pequeñas conversaciones
cada tanto [demasiado, cada vez más] tiempo.
Ante unos cafés hablamos
ignorando que el tiempo y la distancia han crecido entre nosotros.

Siempre que vuelvo estas aquí.
Nos vemos.
Y me sorprende encontrarte siempre.
Otros amores he perdido
diluidos en el tiempo y la distancia.
De muchos he olvidado el nombre.
De algunos hasta el rostro.
Pero sé que de ti no podré olvidar nunca nada.
Porque todo [las palabras,
el tacto de nuestras pieles] se renueva con el tiempo.

Siempre que vuelvo estas aquí.
Y me liberas de tu recuerdo.
Ya no somos aquellos muchachos idealistas e ingenuos.
Ahora cada uno tenemos nuestro propio mundo personal.
Y sólo estamos incluidos en los planes del otro como amigos.
Viejos amigos que se ven de vez en cuando.
Y toman un café.

Siempre que vuelvo estas aquí.
Siempre es agradable saber que vas a estar aquí.
Espero que siempre que vuelva,
de mis intentos fallidos por encontrar mi lugar,
pueda encontrarte en tu lugar.
[aquel que algún día fue nuestro]


PERDIÉNDOTE

Yo no entiendo el cuerpo humano. Y el mío menos.
Una noche inesperada unos amigos nos volvieron a juntar.
Antes de que nos presentaran [de nuevo]
mis ojos se volvieron a quedar enganchados a los tuyos,
tu sonrisa dibujó mi sonrisa,
en paradero desconocido desde hacia tanto.

De ti recibí un abrazo,
un beso en la mejilla,
una discutible caricia.
[leves reflejos de aquello que tuve]
Pero llevaba tanto tiempo sin sentir cercanía [esperándote]
que creí que ya estaba todo dicho [de nuevo].

Cuando horas [nocturnas] más tarde te supliqué un abrazo,
recibí tu respuesta,
con un estúpido bip-bip y con tu nombre pulcramente colocado al final.
No es el mejor momento, me decías.
Me he vuelto a equivocar, tradujo mi mente de inmediato.

Sentí ganas de llorar,
pero, como de costumbre no había nada tras mis ojos.
Las lágrimas no aparecían.
Aunque luchaban por salir, no aparecían.
Aunque las animaba a surgir, no aparecían.
Aunque casi las obligaba a abandonar su hogar, no aparecían.

Tenía los ojos inexpresivos,
secos,
pesados,
abiertos como soles.
Entonces, como siempre en estas malditas ocasiones,
mis lentillas escaparon del desierto en el que se había convertido su guarida,
mi vida.

¿Qué me había ocurrido para que no fuera como los demás,
para que mi cuerpo funcionara de una forma tan antinatural?
¿Había agotado, quizás, todas mis lágrimas cuando aún no era consciente?
¿He llorado, en realidad, alguna vez?

Yo no entiendo el cuerpo humano. Y el mío menos.
Tú me dejaste, otra vez [de nuevo], sin apenas saborearme
[sin apenas saborearte]
y yo lo único que puedo hacer es pasar las noches
iluminando mi insomnio, infinito y arenoso.
Lo único que puedo hacer es pensar
en cuál es la estúpida razón por la que yo nací sin lagrimas.


Iñaki Echarte Vidarte.
30 años.
Poemas pertenecientes al poemario inédito Alrededores.

2 comentarios:

Javier dijo...

Vengo desde el blog de Iñaki para leer los versos y sabia que no me defraudaría, la sencillez de los sentimientos.

Gustavo Tisocco dijo...

Bellos poemas, muy buenos...
No creo haya poesía gay sí poetas gay, yo escribo al hombre pero el lector recibe la palabra sin importar a quién le escribió el autor.
es lo que pienso.

UIn abrazo enorme Gus...

http://poemasdegustavotisocco.blogspot.com